miércoles, 23 de diciembre de 2009

Siempre se van los mejores


Amigo Silva. Escribo estas líneas dos días después de que nos hayas dejado. Parece mentira que tras la cena que nos brindastes a todos los entrenadores del club hayas decidido dejarnos. Seguramente te hubiera gustado saber que allí estuvimos todos, que no te quisimos dejar solo y que el Parque Verde dio la talla, algo que siempre hizo desde que tú fuiste el presidente.

Con la humildad por bandera, trabajaste por los más pequeños de forma desinteresada, por aquello que te conmovía: la sonrisa de un niño. Nunca diste tu brazo a torcer ante aquellos que apostaban por las injusticias y fuiste un hombre de palabra aunque me fallaras en tu última promesa. Jamás me podré quitar de la cabeza la última frase que nos regalaste a los que íbamos en aquel coche de vuelta a casa.

“Chaval, mañana nos vemos”... Yo le dije: “Silva, pero si no hemos quedado este martes”. El me respondió con fuerza: “Nos va a tocar la lotería, ya verás”. Injusto castigo para ti, que siempre evitabas hablar de lo que viene después. Tanto es así que te fuiste rebosando felicidad, contando anécdotas a todos e incluso algún chiste que se ganó a los más jóvenes. Que sepas que estos jóvenes que hoy son juveniles, ya llevan en su corazón este escudo y lucharán por él como tú lo hiciste.

Además, nos gustaría que hubieras visto ese álbum que estamos preparando (“Menudos líos en que me metes”, me dijo hace un par de semanas), y nos gustaría que supieras que esta categoría que tanto amabas jugará algún día en la división de honor. No te quepa duda que dejaste una herencia de valor incalculable, para aquellos incluso que nunca fueron de frente contigo.

Gracias a Dios muchas cosas llegaron a tiempo, como esa medalla que recibió el Parque Verde, pero que llevaba tu nombre. Fuiste el mejor ganándote a la gente y nunca el club contó con tantas manos para colaborar como tiene hoy en día. Algún día podré decir a mis hijos que el Parque Verde tuvo un presidente ejemplar, de los que crean escuela, aquellos que son maestros de la vida. Algún día podré decir que conocí a José Silva. Eso, todo eso, fue gracias a ti. Joder Silva, esto no se hace...

Descansa en paz. Nunca te olvidaremos.